¿Cómo es un libro hecho de aire? El poeta putumayense Jesús Gómez Ceballos responde a este interrogante con su libro Del Aire, publicado en diciembre de 2020 por Ediciones Cosa Nostra y Ediciones Letra Dorada, con prólogo de Jandey Marcel Solviyerte.
Título: Del Aire
Autor: Jesús Gómez Ceballos
Género: poesía colombiana
Imágenes interiores y de cubierta: Jesús Gómez Ceballos
Introducción: Jandey Marcel Solviyerte
Ediciones Cosa Nostra y Ediciones Letra Dorada, 2020
ISBN: 978-958-49-1383-8
72 páginas
Pasta blanda
Del Aire: el decir esencial de las cosas que respiran
No quiero en estas líneas liminares llamar la atención en lugares comunes, cuando de presentar un libro se trata, como son exaltar el hallazgo de una nueva voz, o de una obra hasta ayer inédita que vendrá a ocupar su sitial en el panorama vernáculo de la poesía colombiana, tan dado a padrinazgos y a círculos de intelectuales cerrados, donde los cacicazgos regionales alcanzan sus tentáculos hasta las esferas nacionales, una especie de confederación de legisladores de las bellas letras que determinan qué es poesía y qué no lo es y, en consecuencia, quién es poeta y quién no. Lejos de las pretensiones de esas élites ridículas autoproclamadas autoridad censora, crece un mundo simbólico posible en las periferias y en los extramuros de las grandes ciudades, que también han querido para sí ser la metrópoli que controle el pasado, el presente y el futuro de un arte indomeñable y libre como lo es la poesía, desconociendo adrede toda la creación que a diario se escribe en nuestro país y que escapa incluso a su intención panóptica y totalizante, ya por estar mirando siembre hacia el ombligo de los cogollitos literarios (para usar una expresión de Proust) que son ellos mismos con sus festivales y sus concursos, con sus revistas y antologías, con sus mataderos del espíritu que son las grandes editoriales y sus catálogos de figuras endiosadas por el rebaño, ya porque son inmunes a la belleza y no alcanzan a comprender de qué manera afuera de los cafés y de las librerías especializadas, de los bares esnobs y de los prestigiosos escenarios, la poesía camina a pie limpio las calles de la ciudad amada, los callejones donde la muerte es fiel consejera, y se alimenta de todas esas vivencias para hacernos partícipes del enigma y del canto.
Un libro manufacturado con la delicadeza de un orfebre, merece, más que epítetos y lisonjas, palabras que hagan justicia a la labor del poeta. Un libro hecho de aire, como bien su nombre lo indica, de puro aliento, de precisión en cada palabra puesta sobre el relieve de una geografía tallada en la inmanencia. Es el oficio de leer y de escribir, donde la vida y la muerte se conjugan de forma sorpresiva, sin reclamos ni quejas, más bien con la firmeza de los trazos hechos por una mano entrenada, quirúrgica, tal vez la mano experta de un tanatopráctico cuando revela con el filo de su bisturí la verdadera profundidad, la realidad de un corpus poético como si de un cuerpo humano se tratara. Un texto hecho con paciencia y disciplina, con una avidez lectora y con la capacidad instintiva de su autor para la poesía, como una fuerza contemplativa de la naturaleza jamás desbocada, sino precisa en imágenes, en emociones sutiles que, aun cuando oscuras, contenidas por una poesía que exalta la belleza del pájaro en su manifestación física, pero también del símbolo que en cada poema este mismo representa: la evocación de lo efímero, el vuelo, el canto agorero, la paciencia de las aves carroñeras digiriendo los días venideros y el viaje inexorable y sin retorno: el tiempo.
Del Aire posee la cualidad de una economía del lenguaje puesta en práctica en cada uno de los veintiocho poemas que forman este libro, no porque Jesús Gómez Ceballos tenga poco por decir, sino que en virtud de esa misma síntesis poética, dice con pocas palabras el universo pleno de su existencia. No precisa de huracanes ni de tempestades para desvelar la tragedia antigua del ser y de su angustia. No es siquiera el viento, es el aire, vital e invisible soportado en el éter. No es un volcán o un incendio, mucho menos un río en su bravura. Es un agua de nacimiento, diáfana, que fluye entre líquenes, musgos y piedras. No se desborda. Modelado con el barro triste de lo cotidiano, levanta vuelo con alas dadas por obra del arte.
Los paisajes interiores aquí dibujados son delineados con palabras cuando no es la vista la que colma todo el sentido que el poeta quiere decir en cada verso. El poeta-pintor es también un niño cuando juega con los elementos en la alquimia de la creación. Toma de la realidad lo que sus órganos le informan y al mezclarlo todo con su particular manera de ver el mundo y las cosas, ese universo interior crece tanto que se desplaza hacia el afuera, mas no es la misma materia prima recibida la que así devuelve, sino transformada en el oro puro de las palabras. Un cofre dónde guardar las cenizas de sus muertos, de aquellos que han partido y que solo permanecen en la memoria que los retiene en esa cápsula del tiempo que es el recuerdo. La poesía de Jesús Gómez Ceballos nos proporciona ese hálito que nos incita a respirar quizás por última vez, como estertor y pálpito que anteceden al último desvanecimiento. Del Aire es un pájaro luminoso que ha volado solo entre las sombras por casi dos décadas y que ahora aparece en el aleteo del nuevo día, para que lo contemple todo ser que aún está despierto a escuchar el decir esencial de las cosas que respiran.
Jandey Marcel Solviyerte
La Hélida, El Peñol
Noviembre 27 y 2020
Selección de poemas
Del Aire
1
Con qué silencio
duerme el pájaro en la noche
al otro lado de la reja.
2
En el cielo
los trazos de otras aves
piruetas hechas en el día.
3
Con qué soledad
descansa el pájaro
ahora que su corazón palpita más despacio
pájaro que tiene alas y no sabe volar
pájaro sin sol
pájaro sin aire.
Oficio
A veces el misterio de mis muertos
me transporta a los abismo de la noche.
Me invitan a embriagarme con formol
en cavas de legítima tristeza
e inyectan en mis venas un frío penetrante
que congela las palabras.
Ante sus gestos de agonía me convierto en el artista
que les pinta en el rostro una última sonrisa.
¡Oh! mis muertos
han dejado en esta tierra
un sentir de su presencia.
Sala de urgencias
Parece que vinieran de la guerra
con sus ropas ajadas y sus cuerpos mal heridos.
Ahora que la vida peligra
hombres y mujeres de blanco
buscan solución.
Hay corazones que no quieren palpitar
pulmones con fugas de aire
huesos quebrados
sangre a borbotones
la piel y su inventario de agujas.
Se siente recorrer por los pasillos
un frío que lleva de la mano la presencia de la muerte.
El gato
Es un fantasma que observa.
Ojo abierto en los sueños, conoce el fondo de la noche.
Su ojo brilla
y aves nocturnas se reflejan.
Jesús Gómez Ceballos, Santiago, Putumayo, 1978. Licenciado en lengua castellana. Dibujante autodidacta. Sus dibujos han sido publicados en la revista Ilustrados, Medellín, 2011-12-13. Su libro Del Aire obtuvo una mención de honor en el XXIII Concurso Universitario Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia, 2010. Sus poemas han sido publicados en: Memorias del XIX Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2009; Muestra Poesía en Medellín, 2011; Antología Internacional de Poesía: El lenguaje de los pájaros, Uzbekistán, 2011; revista Musa Levis, Manizales, 2013; revista Otro Páramo, Bogotá, 2015; revista Punto Seguido, Medellín, 2015; revista Puesto de Combate, Bogotá, 2015; antología poética Burla y Fervor, Medellín, 2015; revista Quitasol, Bello, 2016; Noros y Jagüeyes: Selección de poesía contemporánea Colombia-Cuba 2020. Pertenece al Comité Coordinador de las Jornadas Internacionales de Literatura Andrés Bello - JILAB.
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